Mucho camino se ha recorrido desde entonces, llevándonos a ver la IA no como un enemigo, sino más bien como una herramienta con la que humanos y máquinas podemos colaborar y trabajar en conjunto.
En logística, la IA tiene el potencial de mejorar y complementar las capacidades del ser humano. Al automatizar tareas rutinarias y repetitivas, permite liberar a los trabajadores para que se centren en actividades que agreguen valor a las operaciones y que requieran habilidades tales como la creatividad, el razonamiento ético y la toma de decisiones estratégicas. Además, la IA puede identificar patrones y tendencias en la demanda, lo que ayuda a optimizar la planificación y la gestión de la cadena de suministro. Por su parte, los robots pueden realizar actividades de manera más rápida y precisa que los humanos. También pueden mejorar la gestión de flotas, analizar las condiciones climáticas y las restricciones de entrega, que permitan planificar una ruta más eficiente.
Ahora bien, el mayor temor en la actualidad respecto a IA tiene relación con el reemplazo de empleos. En Chile, la probabilidad de automatización en el mercado laboral alcanza un 42%, sin embargo, tal como en las anteriores revoluciones industriales, la era de la IA trae nuevas oportunidades para aquellos dispuestos a adaptarse. En este contexto, la capacitación y formación continua son fundamentales para enfrentar los cambios en el mercado laboral. Fortalecer habilidades como la creatividad, el razonamiento crítico y las habilidades blandas se vuelve crucial, ya que son competencias difíciles de reemplazar por la IA. Los profesionales con conocimientos técnicos en este ámbito y otras áreas relacionadas, serán cada vez más demandados.