Los móviles gaming parece que han venido para quedarse. Desde apuestas en firme a tímidos intentos, dos de los fabricantes más potentes, y dos de los clásicos del sector de los videojuegos, tienen sus móviles para jugar.
Este año ya tenemos el primero con nosotros, el Black Shark 2 de Xiaomi que ya hemos podido probar y del que estamos preparando análisis, y el año pasado llegaron cuatro terminales. El Asus ROG Phone, el Razer Phone 2 (que ya tuvo una primera versión en 2017) y el Huawei Mate 20X fueron las apuestas de cuatro compañías muy potentes.
Como decimos, este 2019 parece que también habrá terminales gaming, y el de Xiaomi ya está entre nosotros (aunque no en nuestro territorio, por el momento). Ese ''florecer'' de los móviles gaming nos lleva a realizar dos preguntas. La primera es: ''¿necesitamos móviles gaming?'' y la segunda ''como jugador, ¿qué quiero en un móvil gaming?''
Más potencia y diseño especial
Por mis manos han pasado todos los móviles gaming, excepto el primer Black Shark, que se han lanzado hasta ahora (en esta nueva hornada, nada de remontarnos a la fallida N-Gage). Y en estos dos años he podido ver cómo el sector de los videojuegos en móvil crecía a medida que la potencia aumentaba.
Sí, podemos jugar a casi todos los juegos en terminales de gama media con un Snapdragon 660, pero ni la experiencia es la misma ni todos los juegos llegan ya para esos procesadores, siendo exclusivos de SoC de gama alta (como Fortnite, sin ir más lejos).
Los móviles son cada vez más potentes, y el mínimo que necesito en un móvil gaming es un procesador Snapdragon 845 (de la generación de 10 nanómetros) o ya un Kirin 980, un Snapdragon 855 o el A12, que ha demostrado ser una auténtica bestia en juegos.
Un hardware potente... y un diseño con un par de puntos clave. No hay móvil gaming perfecto, de momento, pero el que más se acerca es el Black Shark 2. Y me explico. Un móvil gaming se va a sostener en formato horizontal, por lo que debe cumplir tres características:
- Altavoces en el frontal ya que, si no, los tapamos.
- Bordes redondeados, porque si no, cansa.
- Pantalla 16:9
El Razer Phone 2 cuenta con una pantalla con una relación de aspecto justa y unos buenos altavoces, pero unas esquinas demasiado anguladas. El ROG Phone tiene altavoces en el frontal y bordes redondeados, pero pantalla para la que no están hechos los juegos. El Mate 20X tiene una pantalla espectacular, pero altavoces en la parte superior e inferior y son tapados por las manos.
No son cosas tan difíciles de cumplir y, realmente, es algo que dota a los dispositivos de un mejor agarre y, sobre todo, una pantalla con la relación de aspecto adecuada para disfrutar los juegos. Y diréis ''¿qué pasa con el notch del Mate 20X?'' Podemos poner los juegos a pantalla completa, pero como es tan grande (7,2'') no hace falta, quedando el notch en una barra negra,
Una cosa buena que hacen los fabricantes de móviles gaming es, en algunas ocasiones, aumentar la frecuencia de la CPU del procesador. Esto es algo que vimos en el primer Razer Phone, pero también en el Asus ROG Phone, que llevaron sus Snapdragon 835 y Snapdragon 845, respectivamente, algo más lejos que los demás fabricantes.
¿Cómo es posible overclockear el SoC sin que el móvil desprenda más calor? Con los sistemas de disipación pasivos. Cuando estamos jugando a juegos exigentes, un Fortnite o un PUBG, por no decir Asphalt 9, el procesador y la GPU están trabajando al 100%, ya que la resolución de los dispositivos es superior a los 1.080p, y eso genera ''estrés'' en el chip.
Y, claro, ese calor se tiene que disipar. En los móviles con Snapdragon 845 y 835, los fabricantes optaron por disipadores de cobre con un gran tamaño, pero también hemos visto una cámara de vapor en el Razer Phone 2, un ventilador activo en el ROG Phone y ''''refrigeración líquida'''', atentos a las comillas, en el Black Shark 2 y en el Mate 20 X.
Sí, son móviles que cuentan con una disipación especial, pero no puede ser refrigeración líquida, siendo, seguramente, una cámara de vapor idéntica a la del terminal de Razer. En definitiva, los móviles no se calientan en situaciones de estrés, y eso es cómodo para las manos... y nos da tranquilidad.
Y, por fortuna, parece que todos los fabricantes tienen este apartado bastante claro, ya que utilizan soluciones de disipación a la altura.
Si no vienen con el móvil, que no suelen, hay que comprarlos aparte, y eso significa más dinero. Soy consciente de que no nos gusta gastar más si podemos no gastar ese dinero y jugar con los pulgares en lugar de con un ''Joy-Con'', pero ay, amigo, ''lo gaming'' es caro hay que invertir para tener la mejor experiencia.
Es algo que hemos visto en el PC a lo largo de los años, que estamos viendo en consolas (con los modelos superiores como PS4 Pro, Xbox One X y la nueva Nintendo Switch Pro que podría llegar este año) y es algo que toca ver en los móviles.
Podemos jugar a PUBG con los dedos, pero si tenemos unos mandos, podemos jugar de forma más cómoda, precisa y sin tapar parte de la pantalla. Sea en forma de carcasa o de mandos independientes como los de Switch, los móviles gaming deben tener accesorios para jugar en las mejores condiciones, y eso significa un joystick, al menos, y botones físicos.
Uno de los mejores OTG que podemos comprar
Sí, podemos conectar mandos Bluetooth o vía USB Tipo-C y jugar de forma placentera en Android, pero ya tenemos que estar con un cable OTG y no lo podemos llevar como si fuera una portátil, que es lo que es, por otra parte.
Sin embargo, por mucha potencia que tenga un terminal, si no hay un software a la altura, no lo puedo considerar un móvil gaming. Eso es algo que he visto en los dos últimos móviles gaming que analicé y que me gustó recalcar.
En el análisis del Huawei Mate 20X afirmé que sí, es un terminal con una gran potencia y es un gustazo jugar en él, pero la falta de un software dedicado, más allá de un 'GPU Turbo'' lastra esas opciones gaming. Precisamente, fue algo que me encantó del Razer Phone 2, el software para lanzar los juegos y configurar ciertos apartados gráficos y de rendimiento.
En el Asus ROG encontramos otro modo turbo, pero no algo tan avanzado como en el terminal de Razer, y en el Black Shark 2 un modo que convierte el móvil en una ''Switch'', salvando las distancias. De esto ya hablaremos en el análisis del Black Shark 2, pero lo que le pido a un móvil gaming, el pinto que más diferencia, para mi, un móvil muy potente de un móvil gaming, es el software dedicado.
Potencia, diseño, accesorios y software. Son puntos principales de cualquier móvil, pero en un móvil gaming se les debe dar una vuelta para adaptar el dispositivo a las necesidades del jugador. Ahora bien, hay algo que no necesito en un teléfono para jugar.
Llamadme raro, pero como gamer, odio las luces RGB a no ser que, como en mi teclado o mi sala de juegos, sean una ayuda para jugar. Mi Razer Huntsman Elite, el teclado, me avisa de ciertas acciones en juegos compatibles, y el sistema Philips Hue crea un ambiente mejor, para mi, para jugar.
Sin embargo, poner luces porque sí, es un atraso, sobre todo en móviles. Queda espectacular, es innegable, pero no dejan de ser ''centros de notificaciones'' que drenan la batería de los dispositivos. Por ser gaming no quiere decir que necesiten luces estridentes.
Eso se agradecerá cuando las baterías duren dos días completos con las luces puestas (y, en ese supuesto, seguiremos desactivándolas para que dure un poco más).
Esto es lo que, como jugador, pido a un móvil gaming. Es mucho, lo sé, pero los fabricantes están entrando en este segmento de dispositivos y, aunque casi todos aciertan en algunos puntos, hay cosas que pulir y que me gustaría ver en un futuro.