Mega Tiempo (Mega), dedicado exclusivamente a temas climáticos, presentó hace algunos días, una amplia entrevista con Juan Carlos Viveros, ambientalista, ingeniero comercial y coordinador de Defendamos Chiloé, sobre la polémica permanencia de salmoneras industriales en áreas protegidas de la Patagonia chilena.
La conversación, dirigida por Macarena del Real en la sección Cambio de Grado, profundizó en los daños ambientales que enfrenta esta zona estratégica para la conservación.
Durante media hora aproximada de entrevista, Viveros destacó el caso de las ballenas encontradas muertas cerca de concesiones salmoneras. “Es preocupante que Chile aspire al liderazgo oceánico mientras permite impactos gravísimos en su borde costero”, señaló. Según el activista, esta situación evidencia que “las áreas protegidas están desprotegidas”.
Inconsistencias entre conservación y salmonicultura
El principal cuestionamiento de Viveros fue la presencia de cultivos intensivos en territorios destinados a la biodiversidad. “Es incompatible tener una industria de este tipo en áreas protegidas”, afirmó. Además, subrayó que la falta de un ordenamiento marino adecuado responde al fuerte lobby de la industria y la inacción del Estado. “En las áreas protegidas no deben operar estas industrias. El Estado tiene que determinar dónde sí puede hacerlo”, insistió.
A pesar del aporte económico de la salmonicultura, el ingeniero comercial advirtió que los graves impactos ambientales, como la pérdida de oxígeno en fiordos y amenazas a especies emblemáticas como la ballena azul, no han sido mitigados.
Un modelo extractivista y sus costos ocultos
Viveros fue enfático al atribuir el problema a un modelo económico basado en la extracción sin límites. “Es el mismo patrón que vemos en la minería y las forestales. Es un capitalismo salvaje que prioriza las megaindustrias sin considerar los daños”, sentenció.
Además, recordó un estudio de JustEconomics que estima que los costos no pagados por la industria salmonera en Chile ascienden a 2.000 millones de dólares anuales, incluyendo daños climáticos, ambientales y sociales.
En cuanto al futuro del modelo productivo chileno, Viveros planteó una reflexión crucial: “¿Queremos seguir destruyendo ecosistemas para producir materias primas? Si ese es el camino, asumámoslo. Pero si amamos nuestro país, necesitamos un desarrollo sostenible”. Según el coordinador de Defendamos Chiloé, la falta de voluntad política y compromiso por parte de las élites podría condenar a Chile a ser un “país de sacrificio”.
Chile se enorgullece de tener el 42% de sus áreas marinas bajo protección oficial, pero según Viveros, esta cifra no refleja la realidad. “En la práctica, muchas de estas áreas no tienen planes de manejo ni administración efectiva. Son solo papel”, denunció.
En particular, destacó la baja protección efectiva en la ecorregión marina Chiloé-Taitao, que apenas alcanza el 0,45% frente a la meta mundial del 30%. “Necesitamos más fiscalización y un verdadero compromiso con el borde costero”, subrayó.
El cambio climático intensifica los riesgos. Viveros comparó los fiordos sin oxígeno con pacientes en cuidados intensivos, dependiendo de oxígeno artificial para subsistir. “Si seguimos permitiendo estas actividades, será como ponernos la soga al cuello”, alertó.
El coordinador enfatizó que proteger las áreas marinas es vital para enfrentar los impactos del calentamiento global, advirtiendo que el tiempo para frenar el aumento de temperatura en 1,5 grados ya se agotó.
La entrevista finalizó con un mensaje urgente: detener la expansión salmonera en áreas protegidas y replantear el modelo de desarrollo del país. “Las áreas protegidas son nuestra salvación. Este problema tiene que parar ahora”, concluyó Viveros.